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Las Pequeñas Paranoyas de Motagirl

Caeruleus lux mortuus est

Caía la noche en Valencia, y yo me dispuse a encender el fiel flexo que me ha acompañado los últimos 1000 o 2000 años de mi vida.
Sin embargo, no ocurrió nada en absoluto. Me acerqué para observar más de cerca su pequeño corazón de cristal azul y descubrí algo terrible: el filamento estaba partido en dos. Mi grito de angustia recorrió todas y cada una de las estancias de mi piso. ¡No podía ser! Aquella pequeña bobinita de tungsteno, que me había iluminado tantas noches con su alegre incandescencia, yacía inerte, triste y apagada sobre el lecho de su frágil cárcel de cristal.
Con el corazón en un puño, miré el reloj: tenía escasos minutos para hacerme a las calles y encontrar una digna sucesora. Disimulé como pude mi indeseable aspecto de estudiante en septiembre, y abandoné mis murallas de libros de Electrónica de Potencia. La escasa luz del sol que todavía bañaba la ciudad dañó mis poco acostumbrados ojos, pero no me amilané: tenía una importante misión que cumplir.
La ferretería más cercana, mi primer destino, me aguardaba con sus inmutables persianas de acero cerradas a cal y canto. "Odio agosto", pensé mientras seguía mi camino hasta la segunda parada. Esta vez, una ferretería abierta con un agradable casianciano a su cargo, abría sus puertas para mí. "Buenas noches, honorable Caballero", le saludé. "Busco una sucesora joven y leal para mi yaciente amiga", dije mientras sacaba de mi zurrón el cadáver de mi fiel compañera.  El rostro del Caballero Ferretero se ensombreció. "Lo lamento, joven amiga. Me llegaron malas noticias de tierras lejanas: la raza de tu amiga azul dejó de procrear hace un año ya. Ahora es muy difícil encontrarlas medrando nuestras tierras con libertad."  Las lágrimas comenzaron a acudir a mis ojos: durante toda mi vida, estas compañeras azules y cristalinas había sido mis compañeras durante el estudio. El Caballero me sugerió adquirir una de sus primas amarillas, pero recordé los ataques que alguna vez había efectuado contra mis pobres ojos y me negué en redondo. Con tristeza, di las gracias al Caballero Ferretero, que me deseó suerte en mi búsqueda.

 

Bombilla azul
 Siempre te recordaré como la última de tu estirpe

Salí a la calle, donde el viento agitó mis ropajes y acrecentó mi soledad. Miré hacia todos los lados buscando un atisbo de esperanza, y entonces al otro lado de la calle, lo vi. Era uno de aquellos bazares orientales, donde los comerciantes mandarines hacian negocios bajo la antenta mirada de felinos de plástico que movían arriba y abajo una de sus zarpas. Me encaminé hacia allí con esperanza. Pregunté al joven Guardián del Pasillo del Hogar si había visto últimamente algún miembro de la Estirpe de los Azules. Negó con la cabeza.
No sabía que hacer. Todos en esta Tierra sabemos que no existe nada bajo el firmamento que no pueda ser encontrado en un bazar de los comerciantes del Sol Naciente. (Quizá en Ikea, el legendario santuario de los suecos, pero eso es una historia que debe ser contada en otra ocasión). Decidí que la situación era crítica, e invoqué al poder del dios Sony Ericsson para establecer un contacto con Padre. Tras contarle mis angustias, Padre me sugirió que me hiciera con una de esas modernas bombillas, esas que son tan delgadas, que apenas prueban bocado ("de bajo consumo" las llaman) y que iluminan el alma con una luz clara como el día. Me pareció un cambio arriesgado, pero no había mejores opciones a la vista: necesitaba una luz para esa misma noche. Así que me dirigí de nuevo hacia las tierras del Caballero Ferretero, que me había caido bien, pero me di cuenta de que en los cinco minutos que había tardado en regresar, este había cerrado las murallas de metal de sus dominios.
Volví una vez más sobre mis pasos, y me encaminé de nuevo a las tierras de los del Sol Naciente. Bajo la atenta mirada del Guardián del Pasillo del Hogar, inspeccioné todos y cada uno de los miembros de aquella misteriosa raza que apenas necesitan alimento. Finalmente, me decanté por la única representante de la familia de los 13W (que equivalen a unos 65W en la estirpe de las Hermanas Incandescentes). Y como presente por mi adquisición, me agasajaron con una pluma del más finísimo plástico que llevaba grabado por los más hábiles talladores el nombre del clan de mi nueva protegida: KDE*.

Bombilla y boli KDE
El otro día usando un iPhone, ahora tengo un boli KDE... me siento sucia.

Finalmente, encaminé mis pasos hasta mis dominios, donde fuí recibida con grandes vítores. Y tras relatar mis hazañas, descansé mis doloridas piernas y me dispuse a probar mi nueva acompañante. Pasó todas sus pruebas, pero internamente deseé algo: que los orfebres mandarines fueran mejores de lo que contaba la leyenda y que hubieran sellado bien todas las junturas de mi iluminada amiga. No deseo recibir otra dosis de delicioso mercurio....


(Reto a todo el que se ponga por delante a escribir un post más inmenso que este sobre la compra de una bombilla, ARR!)

6 comentarios

Gatubit -

Jajajaja. Que post mas épico para relatar la compra de una bombilla. Y hablando de bombillas, si me acuerdo mañana mismo voy a una tienda muy retro, ¡seguro que tienen aun! Y si no quedan ninguna en ese oscuro lugar, espero que guardes como fiel recuerdo tu preciada amiga, pues verdaderamente será la ultima de su estirpe. :_

Maha -

Jajajaj pues yo no sé por qué, las cuatro primeras líneas me hicieron pensar que se trataba del relato de un libro XDD

Cuanto arte para comprar una bombilla!

:*

Vladek -

Yo precisamente tenia una de las azules que cambie precisamente por la nueva que cambiaste tu y que ayer murio y cambie por una que me dieron en correos de bajo consumo

Señor Gil -

Dios, hacía la tira que no entraba, y me encuentro esto!!!! grande. Yo tengo azul señorita, y me lleva acompañando años.

Myu -

Si esto es por la compra de una bombilla, no se la que liarás cuando tengas que comprar una lámpara...

Yo he visto bombillas de las azules hace poco en un Eroski, Carrefour o similar. Pero mejor la de bajo consumo, más ecológico, mejor para el medio ambiente y esas cosas. Lo del mercurio es un horror, pero llevando cuidado y reciclándolas correctamente son mejores que las normales.

motagirl2 -

Nadie inventa frases en latín con tanta gracia como yo.