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Las Pequeñas Paranoyas de Motagirl

Experimental XLV

El viejo apeadero, todo madera oscura, se encontraba semioculto en la niebla de la madrugada.

Ella bajó del tren, todavía algo desorientada por el largo viaje, y comenzó a caminar hacia el mar de hormigón y cristal que era el centro de investigación. Su lugar de trabajo. Desde lo alto del camino descendente se veía nuevo y luminoso, de un gris mate bajo el incipiente amanecer, pero terriblemente irreal. Si un complejo industrial podía ser falso e hipócrita, aquel desde luego lo era.

Tras mostrar sus credenciales a la entrada, pasó delante del edificio acristalado de la cafetería, siendo dolorosamente consciente de la gran probabilidad de que él estuviese dentro, observándola desde el interior, tras los cristales de espejo. Observó su reflejo mientras caminaba: una figura alta y esbelta, con unos raídos vaqueros acampanados que le quedaban demasiado grandes, camiseta negra ajustada, la espesa melena ondeando grácil al viento. Volvió a sentir la mirada de él, desde el otro lado. Apretó el paso.

Mientras ella se inclinaba a su lado para hurgar en las tripas del motor estropeado, él sintió su aliento muy cerca, demasiado, de su oreja izquierda. Café. Chocolate. Y menta. Casi dejó de respirar, y ella lo notó. "¿Te parece que estoy demasiado cerca? ¿Quizá estoy invadiendo tu espacio vital? ¿Tu zona de confort?"
Él sacó fuerzas de la nada y replicó: "¿Mi espacio vital? Un sabio escribió que hay alguien en tu espacio cuando el tiempo que tarda en escucharse un sonoro beso en la oscuridad es menor que una hora." Sin que nadie se lo dijera, el otro hombre que los acompañaba sintió que sobraba allí, e intentó fundirse con la silla, pasar desapercibido. "¿Tanto?"- rió ella, dejando las herramientas y limpiándose las manos en los vaqueros. Él no dijo nada y miró hacia otro lado.

-¿Sabes?- le dijo al encontrarlo durante la madrugada -Nada parece real.
Una vez más, él no respondió. Y ella se dio cuenta de que no se había equivocado. Todos sus recuerdos sobre él eran apenas como la sombra del rastro que deja un sueño mientras se diluye en la claridad de la mañana.

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