Llamadas
Maldito Nacho. Ya no necesita ni cantarme al oído. Esto es de Política de Hechos Consumados.
Hoy ha vuelto a llamar.
Quería saber de mí porque hacía
tanto tiempo que no hablábamos, dijo.
Y sin embargo, me había llamado la semana
anterior. Pero quería contarme
cómo le había ido en los últimos días.
Me dijo que se había liado con uno que
le pasaba cocaína pero que iba a dejarlo.
El sábado le abrieron a un tío la cabeza
en los baños de un bar, y fue por su culpa.
Pero odio esta clase de cosas, me dijo.
Me dijo que la depresión le había durado
hasta hoy mismo y que se comía
las pastillas como caramelos para la garganta.
Todavía te quiero, me dijo. ¿La quería yo a ella
aunque sólo fuera un poquito? Ya sabes que sí, dije.
Vivimos en ciudades diferentes y
cuando colgamos celebro que esté tan lejos,
aunque un día pueda ser a ella a quien le rompan
la cabeza en unos baños. Pero su voz permanece
unos minutos rebotando en las paredes de mi memoria.
Que nunca llame más.
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