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Las Pequeñas Paranoyas de Motagirl

Publicistas en París

¡Hola caracolas! Ha pasado algún tiempo desde el último post, sorry, etc. Tengo intención de revivir un poco el blog próximamente, pero bueno, a ver qué pasa, no adelantemos acontecimientos.

En fin. A lo que vamos: Seguro que todos habéis visto este anuncio en televisión.

Una pareja visita París, y le piden a su amigo Fransuá (que se encuentra sentado en una pose muy casual, contemplando con aire pensativo un croma de la ciudad de la luz) que les lleve a ver la torre Eiffel. El tal Fransuá, con su perfecto acento francés de mentira, les dice (sin mover los labios, por cierto) que vale, pero que antes les llevará a conocer su secreto: el Snack President ("snak pgasidán", por si lo pedís en el supermercado). Tras probarlo, y descubrir que es irresistiblemlente cremoso y delicioso, la pareja decide que  "la torre Eiffel puede esperar". A ver. A VER.

Estimados publicistas: Jamás osaría deciros cómo hacer bien vuestro trabajo, pero es que cada vez que veo este anuncio me da un tick en el ojo. La idea que entiendo que queréis transmitir es que este queso es tan la repanocha que si vamos a París querremos comerlo todo el día y que le peten a la torre Eiffel. ¿No? NO. MAL. Si el queso está tan rico, y además lo puedo comprar en el supermercado de la esquina, ¿por qué iba a querer anteponerlo a la torre Eiffel? ¿Voy a malgastar un viaje a París, oh la lá, por comer el queso que puedo comer tranquilamente cualquier día cómodamente en mi casa?

En mi opinión, debería haber sido justo al contrario: El tal Fransuá les ofrece el queso, y la pareja dice "Eh tío, gracias, pero el Snack President ("pgasidán") es tan auténtico y tan francés que no necesitamos venir hasta París para probar un queso tan bueno. ¡Viva la globalización! Mejor nos vamos a hacer turismo que es pa lo que hemos venío". O algo.

2 comentarios

Herr Belgo -

Que soberbia del tio por un queso común que se compra en la cualquier tienda de la esquina.

Lo suyo hubiera sido llevao el queso hasta la cima de torre Eiffel para comerlo allí.

Ahora el tío me da hasta pena, por lo inconsciente que es.

Miki -

Si bien me gusta tu razonamiento, a mí me gustaría aportar una opinión en la otra dirección: una comida servida en la mesa dejará de estar óptima en poco minutos, pocas horas en el mejor de los casos. Sin embargo la Torre Eiffel no se va a mover de sitio.

Y al fin y al cabo solo se trata de un pene gigante.