Conquistando el Mulhacén
Tras algunas semanas de preparación, el pasado fin de semana emprendí lo que para mí era un doble combo: pasar unos días de vacaciones, y, al mismo tiempo, superar un reto personal. Ni más ni menos que subir hasta la cima del Mulhacén, que, con sus casi 3500m de altitud, es el pico más alto de la Península.
El equipo estaba formado por Victor, Cris, Jose Luis, Agus, Dani y yo. Partimos de Elche el jueves 16 por la mañana. A medio día, paramos a comer en un lugar llamado Venta Quemada, donde disfrutamos de una espectacular parrillada de carne. Varias horas depués, tras superar un infierno de carreteras de montaña, llegamos al lugar donde pasamos la noche previa a la aventura: Capileira.
Encontrar parking, llegar al hostal, buscar una panadería, supermercado, pizzería para cenar, bareto para desayunar... Todo muy divertido en un minipueblo de cuatro calles (super empinadas, eso sí)
A la mañana del viernes 17, madrugamos como unos campeones y pusimos rumbo a Trévelez, que sería el punto de inicio de nuestra excursión. Tras otra dosis de rallies por carreteras de montaña, sobre las 9 de la mañana nos cargamos las mochilas y comenzamos a andar.
La subida a mí se me hizo bastante cuesta arriba (chiste malo) debido a mis pulmones de merde y escasa-nula resistencia física. Pero aún así, a mí ritmo, conseguía convencer a mis pies para ponerse uno delante del otro cada vez. Además, pronto me di cuenta de un error garrafal: había cargado más peso del que podía llevar. Dani me echó una mano (una de tantas) cargando con toda mi agua (unos 4 kilos). Y aunque siempre llegaba la útlima, las paraditas técnicas se agradecían jejeje.
La zona era bastante agreste, pronto dejó de haber arbolitos y pasó a haber solo piedras oscuras y algunos hierbajos y musgo (el punto de inicio de la excursión estaba ya a 1500m de altura). Había también muchas vacas y terneritas, y de vez en cuando nos cruzábamos pastores a caballo guiando a algunas de ellas. A pesar de que estábamos en agosto, había bastantes riachuelos y chorreras cruzando la zona, y era bastante agradable remojarse un poquito la cara al pasar cerca de uno.
Finalmente, sobre las 3 de la tarde (unas 6 horas después de la partida) alcanzamos el lugar donde íbamos a establecer el "campamento": Siete Lagunas, a 3000m de altura. El lugar era TAN bonito que se pasaba el cansancio: una laguna cristalina, con muchos riachuelitos, rodeada de montañas negras: el Mulhacén (en la foto de abajo) y la Alcazaba. ¡Incluso había un poquito de nieve!
Tras admirar el paisaje y descansar un rato (y buscar algún sitio medio escondido para hacer pis), nos comimos unos bocadillos que nos supieron a gloria. Hablando con unos chicos que llevaban acampados unos días allí, descubrimos una especie de nacimiento de agua junto a la laguna. Allí llenamos las botellas de agua helada y deliciosa, perfecta para el siguiente punto: seguir subiendo hasta el final.
Así que montamos una tienda de campaña para dejar la mayoría de nuestros bártulos. El viento era muy fuerte así que fue complicado, pero lo conseguimos. Y cargados con lo justo (ropa de abrigo, agua, linterna por si acaso, cámaras, paracetamol para el mal de altura), a las 5 de la tarde emprendimos el último tramo de la subida.
Y esto para mí ya fue directamente un infierno. Hacía un viento helado y exageradísimo que no dejaba escuchar nada, tenía una rodilla destrozada de dolor y me ahogaba a cada paso. Aún así, tras dos horas de caminata y casi media hora después que el resto de los compañeros, lo hice: ¡Alcancé la cima!
Ya todos reunidos, nos hicimos una bonita foto de equipo, y emprendimos rápidamente la bajada con el temor de que se nos hiciera de noche en medio de la montaña.
Y si la subida se me había hecho penosa, la bajada fue todo lo contrario: me sentía llena de fuerzas y energías y me sentía casi volar por encima de las piedras, perdiendo todo el miedo a las caídas. Aunque creo que la percepción alterada por la altitud puede tener la culpa de esto jaja
Ya con el sol casi escondido, llegamos a Siete Lagunas otra vez. Cené unos raviolis fríos de bote que me supieron a gloria, y Dani y yo buscamos un lugar para establecer nuestros sacos de dormir, ya que aunque el resto llevaba tiendas de campaña, nosotros habíamos decidido hacer vivac para ahorrarnos el peso de las tiendas. Al final nos decantamos por una especie de refugio de piedras, construido por algún montañero que estuvo allí antes que nosotros. Puede parecer tosco y rústico, pero visto lo visto, aquello era como un chalet de super lujo (y tuvimos suerte de que no hiciera mucho frío/viento por la noche, alrededor de 10ºC)
La noche fue bastante "especial", puesto que como os podreis imaginar, las estrellas se veían increíbles desde ahí arriba.
Cuando por fin amanecio del todo, nos lavamos con el agua congelada para despertarnos un poco (equivale a unos 3 o 4 cafés), y tras el desayuno desmontamos el campamento para poner rumbo de nuevo a Trévelez.
Al igual que el trocito de bajada desde la cima del Mulhacén hasta Siete Lagunas, esta bajada la hice "on fire", de hecho no quería parar porque me daba miedo perder la racha jaja Y finalmente, tres horas más tarde, llegamos de nuevo a la civilización. ¡Asfalto bajo nuestros pies! Nos regalamos una buena comilona en un restaurante de Trévelez tras adecentarnos un poco en una fuente, y pusimos rumbo a Elche, donde llegamos ya sobre las 10 de la noche.
En resumen, una gran experiencia que creo que me ha hecho un poco más fuerte (sobre todo anímicamente), puesto que creo que ni yo misma esperaba llegar hasta el final. Encima, esperaba estar cansadísima al día siguiente... y ni eso. Sólo tengo unas pequeñas agujetas al subir o bajar escaleras, y una bambolla en cada dedo gordo (muy tolerables). Eso sí, tengo quemaduras solares de todos los grados en brazos, cuello y piernas, y algo que parece bronquitis, pero en fin, nada grave :) Y ya estoy deseando emprender otra aventura :D
3 comentarios
Gemma -
El nota -
SlayerEXE -